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viernes, 21 de junio de 2013

'Y a mí no me dolía sólo su nombre, me dolía todo lo suyo, empezando por su risa y terminando por su culo'.

Y yo, que era una cabrona. La más cabrona de todas, acabé enamorada hasta las trancas de otro cabrón. Yo, que jugaba con todos los tíos, acabé siendo el juguete de uno. Y sí, estoy podrida de dolor por dentro, pero si éstas son las consecuencias de conocerte, estaría varias eternidades pasando por aquella plaza. Prefiero sentir éste dolor eternamente que besar otros labios un segundo. Creo que a éste estado de pena se le podría llamar 'amor'. Yo, que les hacía llorar a ellos, acabé creando varios océanos por un golfo. Y así fué como la golfa se cansó de jugar y pasó a llorar. Y qué triste que esa sea yo. Que sea yo la de las ojeras grises, a juego con la mirada. Pena de mí.



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